Vuelve a mí, pequeño

-Muy bien, suficiente descanso ha tenido...-dijo el tipo, tomando al niño del cuello del abrigo, levantándolo-Ahora, a desquitar el receso, idiota...-con violencia lo hizo casi tropezar, mandándolo al borde de la acera, a atraer clientes.

-Sí, ya voy...-susurró mucho muy quedito el niño, de alguna manera el momento efímero le había dado energías. Se dirigió hacia un auto, y aunque su estado no era el mejor, se recargó en la puerta-Hola, ¿quieres un rato de diversión...?-dijo el moreno, sonriendo tan fingidamente, pero aún así causaba una ternura perversa en el mayor que lo miraba, mientras éste preguntaba cuál era la "tarifa"...




-No lo sé, simple curiosidad...-susurró el infante, mirándole con un poco de desgano-¿Nii-chan promete que será feliz si yo muero...?-exclamó, no le gustaría saber que nii-chan fuera infeliz si él no estaba...

Cuando estuvimos a solas, él me miró: aterrorizado, temblando de miedo me preguntó qué era lo que quería que "hiciera"; pude notar que era nuevo en eso y una oleada de rencor me invadió aún más contra todos ellos; pensando que mi pequeño estaba en las mismas condiciones; me acerqué a él y comenzó a temblar y a llorar.

-Shh...- tapé rápidamente su boca con mi mano- te voy a ayudar, ¿da?, pero tienes que decirme todo lo que sepas de ellos- el asintió, dejando de llorar- bien... mi hermanito está con los demás niños, estoy seguro...

Le describí a Nikté lo más detalladamente posible, luego de eso, el chico se quedó pensando un momento y cuando una sonrisa apareció en su rostro, me dijo que lo había visto, que precisamente habían llegado el mismo día y que sabía dónde se encontraba.

Aunque no sabía el nombre de la calle, me indicó cómo llegar. Luego me preguntó si lo ayudaría.

-Da- respondí y lo miré a los ojos; puse una mano detrás de su nuca y luego le di un golpe, lo suficientemente fuerte para que callera desmayado, pero no tanto como para hacerle daño; miré a todas partes, hasta que vi un lugar para esconderlo, luego llamé al mismo camarada francés.

-¿Oui?, ¿Braginski?- aparentemente había reconocido mi número.

-Da, soy yo... tengo que pedirte que vengas por un niño.

-¿Encontraste a tu hermano?

-Nyet, pero...

-¡Oye!, no podemos andar ayudando a cualquier crio que te encuentres, ¡sólo ve por tu hermano!- gritó.

-Pero se lo prometí por ayudarme... además podría ser útil, puede tener información...- pasaron unos momentos de silencio, al parecer estaba pensando en la idea.

-Está bien... ¿dónde están?- le di la dirección y el dijo salir de inmediato; le di la última mirada al chico y con renovana energía, salí corriendo a buscar al pequeño.


-Y... ¿cómo podría ser feliz si Nikté no está?- preguntó con cierto tono inocente, mirando que se acercaban a la otra orilla de nuevo- nyet... no puedo prometerle algo a Nikté que sé que nunca podré llegar a hacer.

El pequeño subió al auto, aunque no tardó mucho para llegar a su "destino"; en un gran cuarto, resguardado por guardias y demás compinches, entraron ambos; el mayor empujó a un camastro al infante, quitándose la ropa, ordenándole despojarse de ella.

Con lujuria saboreó su cuerpo, mientras el niño seguía sintiendo tanto asco, llorando un poco. Recibió un golpe de parte del adulto, lo suficientemente fuerte como para dejarlo inconsciente, degustándose con aquélla infancia marchita...






-Porque yo me pondría triste si nii-chan no es feliz...-susurró sincero, bajando de la barca con cuidado una vez llegaron a tierra. Miró a nii-chan, y suspiró largamente-Quiero... quiero que nii-chan encuentre a alguien más si yo no estoy, si eso lo hará feliz...

Llegué hasta donde el chico me había dicho, pero al no ver a Nikté, me oculté en la esquina de la calle, esperando que regresara pronto, y mirando hacia todos lados por si veía a alguno de los que "cuidaban" a los niños.

Los minutos me parecían horas, y cada una de ellas una completa eternidad; me ardía el pecho y esperaba que mi pequeño no estuviese tan mal.


-Mi pequeño, si no estás tú, no habría necesidad de encontrar a alguien más- contestó inclinandose hasta el pequeño para explicarle sus palabras- no necestaría a nadie más si estoy muerto.

El adulto, una vez satisfecho, llevó al niño hacia donde más o menos recordaba haberlo visto; y aunque el menor estaba más que destrozado, no hizo más que seguirle.

Lo dejó en una calle fría, totalmente oscura y solitaria. Apenas se puso de pié, fue hacia donde estaba seguro que sus "compañeros de trabajo" se hallaban. No podía ver bien, dado que el adulto le había golpeado muchas veces, y los ojos le dolían; finalmente, su pequeño cuerpo no pudo más, y recargándose contra una esquina, su cuerpo se desvaneció...


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Aquéllo le hizo mirar con profundo temor, no se imaginaba cuán rojas se habían puesto sus mejillas, y una sonrisa nerviosa terminó por formarse en sus labios.

Sin decir nada, lo tomó de la mano, y lo llevó de nuevo hacia casa; no digo nada en el camino, solamente iba a comprobar el alcance de las palabras de nii-chan...

Al fin, luego de todo ese tiempo de espera, vi como un auto llegaba y se detenía en el lugar exacto donde el niño me había dicho; miré desesperadametne como bajaban a alguien, y por un momento no pude reconocerlo, ya que las personas pasaban frete a mí.

Sólo pude verlo cuando su pequeño cuerpo cayó al suelo: y ahí estaba mi pequeño, desmayado y en el frío suelo; sin esperar un segundo e importandome poco lo que dijeran los demás y si alguien me veía; afortunadamente llegué hasta él sin que nadie me dijera nada.

Lo tomé entre mis brazos, conteniendo las lágrimas y observando su cuerpo: tan destrozado, magullado, pero al fin en mis brazos...

Lo cargué con cuidado y me lo llevé de ahí, antes de que las demás personas llegaran, esperando con todas mis fuerzas que llegara el momento de la dulce venganza.


Caminó a su lado; sin decir una palabra, pero de vez en cuando volteando su rostro para ver al pequeño que se andaba con él.

Pronto llegaron a casa y abrió la puerta para dejar pasar al menor, luego entró él, preguntandose por qué había decidido volver a casa tan pronto.

Por un mínimo instante, los ojos del pequeño pudieron abrirse; sintió una especie de calidez familiar, permitiendo que una dulce sonrisa de alivio se formase en sus violentados labios.

-Nii-chan...-lloró un poco el menor, aunado al dolor corporal, pero sintiéndose plenamente feliz de estar en sus brazos de nuevo.

Si ésto era un sueño, no quería despertar. Si había muerto, qué dulce es la muerte entonces...




El morenito se subió al descansa-brazos de un sofá; quitándose los zapatos, abrigo y ropa; ya sin ésos estorbos, estiró los brazos hacia nii-chan, colgándose de su cuello, acercando sus labios al oído de nii-chan...

-Quiero que nii-chan me demuestre cuánto me ama...-sonrió tímido, pegando su cuerpo contra él, haciendo más que obvio a qué se refería...

Aún llorando lo llevé hasta el lugar en donde me hospedaba; en cuanto cerré la puerta, me dediqué a contemplarlo por unos momentos; su rostro: magullado, con cierta expresión adolorida y muestras de lágrimas resbalando por sus ojos.

Y lloré más, mientras lo apresaba contra mi pecho, tratando de rodearlo con una calidez que a pesar de mi fría persona, esperaba que llegase a su corazón.

-Y-ya estás conmigo pequeño- murmuré lo mejor que pude, luego lo solté y me arrepentí un poco: ese no era el momento para llorar: deberías estarlo curando, aliviando cada una de sus heridas físicas.

Así pues lo llevé a la cama y me retiré un momento para llenar la tina de agua; cuando estuvo lista, lo llevé hacia ella y le quité su ropa antes de meterlo. Esperaba que no se despertara en esos momentos.

Lo contemplé: cada una de las heridas que tenía: moretones, cortadas, una gran mancha de rojo y blanco que escucrría por sus piernas... cada una de ellas era como una daga pasando por mi corazón y vertiendome en una furia incontenible.

Limpié lo mejor que pude su piel, dejando que las lpagrimas rodasen por mis mejillas y acariciando de vez en cuando su rostro.

-C-como lo siento...- me dije llorando.


La sorpresa y el color rojo se apoderaron de su rostro al ver como el pequeño se despojaba de toda su ropa; aún más, cuando este se pegaba contra su cuerpo, a lo que tan sólo atinó a rodearlo con sus brazos.

Luego acercó sus rostros, fundiendolos en un profundo beso y acariciando la espalda del niño; en cuanto se separaron, le susurró al oído.

-¿da?... ¿y qué es lo que quiere Nikté que haga?- sí, era cierto que no hacia falta decirlo, pero quería escucharlo de sus dulces labios.

-Me da pena, así que no lo diré-respondió caprichoso el niño, inflando sus mejillas-Sólo diré que en verdad amo a nii-chan...-bajó la vista, sumamente apenado y rojo de sus mejillas, mirando que "algo" le estaba molestando, y no era un yo-yo en un bolsillo precisamente, a lo que rió bajito con suma timidez, ocultando su cara en el pecho de nii-chan...

Cuando terminé de bañar su cuerpo, lo saqué de la tina y lo envolví delicadamente en una toalla; lo llevé de nuevo al cuarto, comenzando a secar su cabello, siendo lo más suave que me permitían los temblores en todo mi cuerpo.

Contemplé su figura por unos momentos, sentía dolor, más aún del que había tenido hacía unos momentos; busqué su ropa, pero estaba completamente manchada, así que la puse en el canasto de la ropa.

Así pues, le puse mi camisa y lo cobijé bajo las mantas de la cama, poco después me metí entre ellas también, abrazando su cuerpo contra el mío, velando sus sueños y tratando de proporcionarle algo de calor y de lavar su dolor con las lágrimas que no paraban de salir de mis ojos.


-Esta bien... yo también amo mucho a Nikté- respondió apapachando al niño con suma ternura, sintiendo pronto el sonrojo del niño y ciertamente algo nuevo en él, así que lo cargó, para llevarlo a su habitación.

Las pesadillas del menor provocaron que su cuerpo se moviese involuntariamente; claros quejidos y balbuceos le atormentaban, producto de lo que había tenido qué vivir.

Despertó poco a poco, y se aterró sobremanera; estaba claramente confundido, y llorando de miedo; pero comenzó a calmarse, cuando vio la figura de nii-chan junto a él. Sintiendo que más lágrimas escapaban de sus orbes rojizos, se quedó quieto unos momentos, temblando, para finalmente prenderse de su cuello y abrazarlo.

-¡N-Nii-chan...!-exclamaba repetidamente, aumentando su temblor y dolor corporal, mucho muy feliz de estar entre sus brazos...



-¡Pero yo amo más a nii-chan!-agregó sonriente el menor, en un nuevo acto de capricho, dejándose conducir hacia su habitación-Yo quiero ser uno con nii-chan...-susurró mucho muy bajo, notándose que le costaba un poco decir ésas palabras, ya que se percibía con suma facilidad que estaba muerto de pena, pero también mucho muy feliz...

Abrí los ojos, sobresaltado por sus brazos que se enredaban en mi cuello; contemplé su rostro, en el que rebosaba una sonrisa a pesar de las lágrimas que corrían por sus mejillas, formando un cuadro que no terminaba de revelarme algo.

Lo abracé con más fuerza también, acariciando su rostro y su cabello, llorando aún más fuerte, mezcla de felicidad y dolor, pero por lo menos el tenerlo en mis brazos era suficiente para mí.

-Lo siento, pequeño...- fue lo único que atiné a decir con voz entre cortada.


-Nyet: yo más- alegó con el mismo tono, pasando la llema de sus dedos por el cuerpo del niño para causarle cosquillas. En cuanto llegaron a la recamara, cerró la puerta con cuidado y posó suavemente al niño sobre la cama, contemplando su rostro sonrosado y con expresión apenada, cosa que sólo lograba aumentar la llama de la pasión que no parecía dispuesta a apagarse.

Infló sus mejillas, discutiendo el resto del camino quién amaba más a quién, riendo un poco por las cosquillas. Una vez en aquél cuarto, y puesto sobre la cama, respiraba un poco agitado y mucho muy sonrojado, sintiéndose emocionado por demostrarle a nii-chan que él lo amaba más...

-T-todo lo que ha pa-pasado, fue mi culpa- sollocé cerca de su oído, acariciandole el cabello- l-lo siento... y n-no pu-pude encontrarte ra-rápido.

Toda la culpa caía sobre mí como cubetadas de agua helada que no podía detener, porque no era suficiente para mí el tener en mis brazos a mi pequeño, "a salvo " conmigo: necesitaba recuperar esa sonrisa sincera y mirada inocente que me demostrara su felicdad...


Se subió sobre la cama, poniendose encima del niño, hundiendo su rostro en el cuello del menor, acariciando su clavícula con la lengua y repasando cada parte de la piel con las manos.

-No debe culparse nii-chan... no debí haberle desobedecido y haberle abierto la puerta a la señora...-susurró mucho muy bajito el menor, llorando más intensamente, sintiendo más nervios al ver el rostro de nii-chan tan triste.

Ocultó más su sollozo en el hombro de nii-chan, sintiéndose de lo peor, tan débil, inútil, vacío...

-N-no merezco a nii-chan... no lo merezco...-musitó repetitivamente, mucho muy crispado, temblando cual hoja y lagrimeando sin parar, demasiado afectado a simple vista...



-Cuidado, nii-chan me aplasta...-sonrió divertido, quitando su pierna de donde nii-chan apoyaba la suya, dejándole paso libre para "lo siguiente"; sendos gemidos de placer comenzaban a salir de sus infantiles labios, recogiendo un poco sus extremidades debido al placer contenido, quedándose quieto al no saber qué hacer en ésos casos, lamentándose no haber leído la guía por completo...

-No- el lagrimeo continuaba sin poder contenerse; la mancha de la culpabilidad también se extendía por mi mente y mi corazón, manchando con esos sentimientos mis palabras- soy yo el que no merece a Nikté: lo hice sufrir, por las cosas que hice... él no debió pagar nunca por ello...- traté de controlar mi voz- mi pequeño...- le besé la frente- cuanto esperaba que volvieras a mí...


-Lo siento- musitó con una sonrisa, admirando por momentos las bellas facciones de su pequeño, que se movían y cambiaban con cada nuevo punto en el que se consentraba.

Delicadamente lo puso boca abajo, para saborear su nuca y dejar un camino de besos y marcas rojas por toda la espalda del menor, acariciando sus costados en el proceso.

No dijo nada más, sólo abrazó a nii-chan como si su vida dependiese de ello, continuando su temblor, olvidando el dolor que se extendía por toda su piel.

-S-Sabía que nii-chan iba a encontrarme... siempre confié en nii-chan...-sonrió un poco, recibiendo con cierto rechazo inconsciente las caricias, ya que la sensación de asco proveniente de todos ésos hombres le habían dejado un acto reflejo indeseable, causando que se encorvara un poco, adoptando un gesto temeroso; mas volviendo a ver los ojos de nii-chan, supo que todo estaba bien ya...



-Está bien-exclamó, preguntándose mentalmente qué tanto le miraba nii-chan, se le hacía un poco extraño que le viera así, como si fuese extraterrestre.

Pero pronto comprendió, ya que la dedicación que le prodigaba nii-chan a su pequeño cuerpo era fácilmente transmisible.

Dejándose dominar, muchas emociones volvieron a recorrerle, recorriéndole con mucha delicia la espina dorsal, a medida que los labios de nii-chan descendían por su frágil piel, disfrutando de las caricias de las frías manos de nii-chan, que iban calentándose a cada centímetro que tocaba de él...

-Y yo esperaba hacerlo pronto...- le contesté, sintiendo un poco el temblor de su cuerpo: sabía lo que pensaba, sabía lo que sentía y lo que pasaba por su mente en esos momentos, pero aún así no lo solté, sino que lo apegué más fuerte a mí, porque quería que supiera que conmigo no le iba a pasar nada malo- ahora... Nikté debe dormir, ¿da?, tiene que dascansar, mañana veremos que vamos a hacer...


Prosiguió con su camino de besos, lamiendo ahora el trasero del pequeño, que se levantaba apenas un poco, haciendole el verlo como algo con aún más disfrute, hundió su lengua de nuevo en aquella zona, y sintiendo su miembro erguido, apricionado aún entre sus pantalones.

Sintió el calor del cuerpo de nii-chan chocar con su frialdad, provocando que se sintiera más seguro y reconfortado. Lo abrazó con cierta posesividad, buscando refugio en sus brazos.

-L-Lo haré, nii-chan...-asintió, acomodándose de nuevo entre las mantas, cerrando débil sus ojos carmesí-Te amo, nii-chan...-susurró, tratando de conciliar un sueño que no estuviese forzado por las drogas o el dolor...



-¡A-Ah...!-gimió audiblemente, apresando la cobija con sus manitas, temblando aún más por aquél delicioso contacto con su zona íntima. Arqueó su espalda inconsciente, y hundió su rostro en la almohada, dejando escapar unas pequeñas lágrimas de placer...

-Yo también...- le abracé con fuerza, esperando a que se durmiera nuevamente, mirando su cabello, pues era lo único que estaba a mi vista.

Cerré los ojos, pero no podía dormir, estaba cansado, pero mi cuerpo no me pedia que lo hiciera y a pesar de todo tenía un dolor de estomago intolerable; como hubiera deseado que todo fuese un mal sueño.


-Nikté...- le susurró en el oído, lamiendo este, frotando el trasero del pequeño con sus manos y volviendo a saborear el cuerpo con la lengua.

El pequeño pudo conciliar el sueño después de un rato; pero poco después su cuerpo comenzó a moverse involuntariamente, balbuceando cosas incomprensibles, temblando mucho y sudando frío. Se veía el sufrimiento en sus gestos, y un pequeño sollozo complementó aquél cuadro tan desangradable.

-N-No... por favor... no quiero... me duele mucho... se los ruego...-musitó muy débilmente, sumido profundamente en aquélla pesadilla que había invadido su mundo...


-¡N-Nii-chan...!- cerró aún más sus ojos ante su nombre pronunciado con aquél tono de voz, asimilando con el mayor auto-control que le era posible las caricias de nii-chan, temiendo derramarse antes de tiempo...

Abrí los ojos cuando escuché su voz: aquel tono de dolor, sus ojos llenos de lágrimas. Fue cuando me di cuenta de que sea lo que sea que yo hiciese, nunca podría borrar ese capítulo en su vida: nunca podría volver a encontrar lo mismo en su mirada. Yo, había perdido algo también...

Lo separé un poco de mí para tomarlo de los hombros y sacudirlo levemente para que despertara.

-No pasa nada, pequeño... estoy aquí.


Cerró los ojos, aspirando el aroma de la piel calientita del pequeño; dio unos chupetones por la espalda y los hombros, mientras pasaba sus manos por las piernas.

-Pequeño... ya no puedo espera más...- le dijo al oído, desabrochandose los pantalones con dificultad.

*Hay!; amo volver y más en esta parte!!!

Poco a poco, y obviamente sobresaltado, el pequeño despertó lentamente. Su pequeño rostro expresaba un profundo terror, y un notorio temblor le recorría completamente su cuerpo. Miró hacia abajo, y notó cómo una gran mancha se estaba expandiendo. Se sonrojó sobremanera, no quería que el mayor se diera cuenta de cuánto miedo tenía, pero al parecer era por demás inútil...

- N-Nii-chan, tasukete... -susurró débilmente, aferrándose a sus brazos, buscando en ellos protección y calor, aún dejando el "problema" como estaba...


- N-nii-chan... puede hacer lo que quiera... -susurró débilmente, entrecerrando sus ojos, sintiendo cómo el placer le hacía apretar las sábanas con sus pequeñas manos, y sus labios comenzaban a sangrar un poco.

Acarició su espalda un poco, esperando con una sonrisa a que el mayor "jugase" con él "cosas de enamorados"...

*¡¡¡Y a mí me lo dices!!! ¡Ya te extrañábamos un montón! -huggea hasta sacarle los sesos-

Soporté en esta ocación las lágrimas, pues era mucho más importnate que mi pequeño viera seguridad en mi palabras; le besé con la mayor ternura que me fue posible, ignorando el pequeño problema que le había ocurrido, lo tomé en mis brazos y le susurré:

-Te juro, pequeño, que no importa lo que pase: ya no te van a hacer más daño; no importa, porque te voy a cuidar todos los días de mi vida y si alguien se atreviera a tocarte, por insignificante que sea, le voy a demostrar toda mi furia...

Me quedé así unos momentos, sin separarme de él, esperando que poco a poco su dolor fuera bajando.


Abrió las piernitas del niño y lo puso de medio lado, levantando una de estas y bajandose los pantalones hasta las rodillas; penetrandolo lentamente.

**Oh, no!, mis sesos!!, ahora con que haré yaoi?!- se va corriendo a levantarlos

Recibió las caricias con la mayor tranquilidad que le fue posible, pero aún así se sentía demasiado nervioso; por una vez, sonrió sincero ante el gesto, mirándole con demasiada ternura infantil.

- M-Muchas gracias, nii-chan... -susurró, y aunque sus pantalones estaban humedecidos con orina y algo de sangre, sus ojitos carmesí iban cerrándose poco a poco, bastante adormilado...



- ¡C-Con cuidado, nii-chan...! -se estremeció por el dolor, mordiendo sus labios intensamente, llorando lastimeramente. Gritaba mucho, quejándose por la intromisión, provocando inconscientemente que su interior se estrechara todavía más, sangrando profusamente...